La mayoría de la gente se siente atraída por aquellas personas que le demuestran claramente al otro que es atractivo.
Es decir: una persona se enamora a primera vista de aquella otra persona que de alguna manera llega a transmitirle que es linda, atractiva, simpática... O para decirlo más claro todavía: uno se enamora de quien podría enamorarse de uno.
Para realizar el estudio, el equipo de la Universidad de Aberdeen le mostró a un grupo de voluntarios dos retratos diferentes de la misma persona: en uno de ellos esta persona estaba mirando a los ojos de los espectadores, mientras que en el otro la vista estaba desviada, dirigida hacia otro lado.
La mayoría de los voluntarios que participó en el estudio consideró que eran mucho más atractivos los que miraban directamente a los ojos, es decir, que tenían una actitud de estar interesados en su interlocutor.
"Nos interesan las personas que muestran atracción hacia nosotros, y eso muestra que el atractivo no se basa solamente en la belleza física (...)"
Esta teoría contradice a la mayoría de los estudios sobre el origen del atractivo facial, ya que casi todos se centran en que la atracción tiene que ver con admirar la perfección de los rasgos físicos del otro, como la simetría.